El análisis filosófico del conocimiento científico no se agota en los aspectos lógicos, epistemológicos u ontológicos; también es menester un análisis pragmático (traducción de los conceptos teóricos en conductas) y una reconstrucción pragmático-transcendental: el conocimiento científico ha de dirigirse a la emancipación del hombre, abandonando así una vieja tradición en la que el conocimiento es valorado como un instrumento de control y de dominio. Las Ciencias Sociales anularon las ilusiones antropomórficas del hombre como criatura sagrada y privilegiada. Pero aún queda un resto de privilegio (hombre como criatura habilitada para aprovecharse del universo y agredirlo). Tal es la labor de las Ciencias Sociales, conseguir una imagen objetiva del hombre, liberándolo de sus autoengaños narcisistas y haciendo de él un ser humilde y respetuoso con sus congéneres y con el resto del universo.