A Daniel, el trabajo en la oficina le resulta muy aburrido; su vida se ha vuelto de color gris. Por si fuera poco, descubre que, en los momentos más inesperados, se eleva desde el suelo. ¡Menudo problema!... ¿Qué puede hacer, por ejemplo, para cubrirse con la manta si la cama se ha quedado abajo y él está durmiendo en el aire?... Pero decide aprovechar su extraña facultad, y entonces...
Se supone que este es un libro para niños a partir de 10 años. Yo tengo unos cuantos más y me ha aburrido hasta decir basta. Y no es porque sea un libro infantil, porque suelo leerlos y me encantan, pero lo mejor que tiene son las ilustraciones. No me ha gustado el protagonista, la trama me parece muy monótona: Un oficinista descubre que puede volar y… ¡Y no hace nada! Para rematar, me tira dos trozos de plomo en plena naturaleza. ¡Eso es educar a los peques! Yo de pequeña soñaba que volaba y era genial, rescatar balones, globos, gatitos… son poco más de 70 hojas que se llegan a hacer repetitivas. Los demás personajes apenas tienen unas líneas. No os lo recomiendo, a ninguna edad.