A comienzos del siglo XIII, los cátaros predican su credo en el sur de lo que más tarde sería Francia. Creen en la igualdad entre el hombre y la mujer, en la libertad para el amor, aborrecen el materialismo y niegan la existencia del infierno. Amenazada por esta religión, la Iglesia Cristiana promueve una Cruzada en contra de lo que considera una herejía y se propone exterminarla.