Como acabar de una vez por todas con los mercados trata fundamentalmente de desmitificarlos. Y lo hace por diferentes vías: desde la más seria y cuantitativa (que permite ver como los mercados necesitan a los gobiernos en todo momento tanto o más que los gobiernos a ellos) hasta la más jocosa, que destaca las facetas más risibles de sus mitos y ritos y de los que trabajan en ellos. Y todo esto poniendo de relieve también las interpretaciones erróneas de lo que en ellos sucede; la delincuencia que se organiza en torno a la información privilegiada; los modos de razonar circulares en que se basan la mayor parte de las decisiones e interpretaciones; etc.