En 1979, con una democracia en pañales y una adolescencia entre dos mundos muy distintos y más perdidos que nunca se publicó esta dramática novela de Martín vigil. Fue una llamada de atención al educador y juez que todos llevamos dentro frente a nuestros hijos, en la edad más complicada de su formación y crecimiento personal. Por supuesto en una época donde la nueva libertad era entendida en direcciones tan opuestas la polémica estaba servida. Criticado por muchos de aquellos que no miraban más abajo de su ombligo, libro de cabecera para muchos adolescentes y jóvenes no consiguió de inicio su propósito, llegar a los padres. La novela, centrada en las ovejas negras o hijos descarriados, invita a la reflexión, el contexto social ha cambiado, es cierto, incluso ahora reina el buenismo y la sobreproteccion pero el fondo es exactamente el mismo y por ende una revisión o nueva lectura debe mirarse desde el hoy, para una mejor asimilación. Lenguaje claro, directo ameno, y novela dura, poco amable y directa a la conciencia de aquel que la tenga o al perjuicio a aquel que no haya sido capaz aún a estas alturas, de desprenderse de el. Tanto hablar de guardianes insoportables de centenos, de libros asesinos para apaciguar conciencias y resulta que salvando distancias hay obras infinitamente mejores aunque sea sólo por el placer de leer.
- ¿Cómo te las arreglas con tus padres? - Habría mucho que hablar. - Pues hablemos, hijo; no tenemos prisa. - No me comprenden. - Eso se dice fácilmente. ¿Los comprendes tú a ellos? - No, pero es diferente. - ¿Por qué es diferente? - Yo no los puse a ellos en el mundo.