“El mundo de Joaquín es real y matizado porque surge de la melancolía para desembocar en los impulsos irónicos. El vitalismo de sus consignas procura darle la vuelta a los relojes y a las palabras. Cuando camina, lo mismo que cuando baila, no hace otra cosa que soñar con los pies, perseguir en los horizontes de la lentitud un argumento seductor para la defender la prisa. Y Joaquín resulta convincente porque su mundo personal es fruto de una experiencia colectiva, recuerdo de unos años en los que había que correr para escapar de la mediocridad, la sopa triste, la moral de las mesas de camilla y los argumentos asumidos a golpe secreto de renuncias personales.” LUIS GARCIA MONTERO
Curioso resulta leer estos sonetos de Sabina, acostumbrado a su poesía cantada con voz desgarrada. Curioso y descarado como autor, rompiendo cánones y arbitrios innecesarios, directos al grano. De cualquier forma me gusta más el Sabina, el poeta, de pluma y guitarra.
100 sonetos cargados de imagines entre dulces y ácidas, como solo Sabina nos puede legar. "Lo atroz de la pasión es cuando pasa, cuando, al punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos."
Una precisión absoluta en la creación de los sonetos. Algo propio de un artesano. El libro hizo que me interese en esta ramificación de la poesía. Una puerta de entrada a un mundo hermoso.
La primavera miente y el verano cruza como un tachón por los cuadernos; la noche se hará tarde tan temprano, que enfermarán de otoño los inviernos.