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CASTELLIO CONTRA CALVINO: CONCIENCIA CONTRA VIOLENCIA

STEFAN ZWEIG

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Sinopsis de CASTELLIO CONTRA CALVINO: CONCIENCIA CONTRA VIOLENCIA

«Tolerancia frente a intolerancia, libertad frente a tutela, humanismo frente a fanatismo, individualismo frente a mecanización, conciencia frente a violencia? Todos estos nombres expresan una opción que en última instancia es la más personal y la más íntima, la que para todo individuo resulta de mayor importancia: lo humano o lo político, la ética o la razón, el individuo o la comunidad.» Con estas palabras sella Stefan Zweig uno de sus libros más sugestivos e inquietantes, ?Castellio contra Calvino?, revisión histórica de una controversia que trasciende las circunstancias de una época?las de un siglo XVI dominado por tensiones teológicas y abusos de poder que cristalizan en el asesinato de Servet?para convertirse en el planteamiento de una cuestión genérica y constitutivamente humana: la defensa de la libertad espiritual frente a la violencia ejercida desde el poder.

10 reseñas sobre el libro CASTELLIO CONTRA CALVINO: CONCIENCIA CONTRA VIOLENCIA

Castellio contra Calvino, de Stefan Zweig Una obra muy interesante nos muestra Zweig para poner de manifiesto por un lado una dictadura religiosa a cargo de Calvino y por otro, una voz sola en contra, la de Castellio, que clama por la tolerancia y el respeto a la libertad de elegir. Calvino interviene para organizar la Reforma que Lutero pone en marcha, a fin de unificarla y evitar que se convirtiera en un sinfín de sectas. Para ello Calvino formula una doctrina para educar a los hombres en la nueva fe, poniendo límites sobre lo que se debe creer y lo que está o no permitido. Y sin embargo, esta nueva doctrina va contra la “libertad del hombre cristiano” que en su momento reclamara Lutero, según la cual se buscaba que cada hombre interpretara el Evangelio libremente y no bajo la dictadura del Papa en Roma. Para poder cumplir con esto Calvino se sirve del poder político, económico y social de Ginebra. De tal forma que elimina las libertades individuales a fin de obligar a los hombres a “vivir rectamente, es decir, conforme a la voluntad y los mandamientos de Dios”. Calvino usa la fuerza del poder para llevar a Servet a la hoguera, solo por ir en contra de sus propias ideas, acusándolo de todo, a pesar de que este hasta el fin defendió su creencia y amor por Cristo. Por otro lado, Castellio desde un papel relegado y solitario, sin apoyo, ante la injusticia caída sobre Servet, se atreve a elevar la voz, y promulga la tolerancia ante la diferencia de opiniones o interpretaciones sobre la Palabra y su llevada a la práctica. Esta lucha la llevará a su final y sus ideas no son escuchadas hasta mucho tiempo después, a pesar de que incluso hoy, hay quienes se niegan a hacerlas relevantes, pero me quedo con la esperanza de que “Siempre habrá algún Castellio que se alce contra cualquier Calvino, defendiendo la independencia soberana de la opinión frente a toda violencia ejercida desde el poder.” Excelente obra, recomendada. Leído en octubre de 2023 CITAS El empleo de la fuerza bruta produce sus frutos: como siempre, una pequeña pero activa minoría, desde el momento en que muestra arrojo y no hace economías con el terror, es capaz de intimidar a una gran mayoría que, sin embargo, se comporta de modo perezoso. Por lo general, es necesario que pase algún tiempo hasta que un pueblo se dé cuenta d que las ventajas temporales de una dictadura, su rígida disciplina y su creciente empuje colectivo, se pagan siempre a costa de los derechos personales del individuo y que inevitablemente cada nueva ley cuesta una vieja libertad. No sirve de nada que unos cuantos e incluso muchos estén interiormente en contra de una dictadura, mientras esos muchos no actúen bajo un plan unitario y con una estructura cerrada. Las consignas, los pretextos, cambian, pero los métodos de la calumnia, el desprecio y el exterminio son siempre los mismos. “Creedme, si estuviera presente, Cristo jamás os aconsejaría que matarais a aquellos que reconocen su nombre, aunque se equivoquen en algún detalle o vayan por mal camino.” Solo hay un modo de asegurar la totalidad del poder: mediante el exterminio total de cualquier oposición. Seguramente uno de nosotros está equivocado, pero precisamente por eso amémonos el uno al otro.


Estamos en Ginebra en el siglo XVI. Calvino lo domina todo y no permite la menor crítica hacia su doctrina totalitaria. No se mueve una hoja sin que él lo sepa y quién muestre el más mínimo desvío arriesga el destierro, la cárcel o ser quemado vivo en la hoguera. Así va cimentando su poder hacia buena parte de Europa, para llegar a ser el jefe del protestantismo, enfrentándose a la otra iglesia del cristianismo, la de Roma. ¿Y quién es Sebastian Castellio? Hoy podríamos decir siguiendo a Galeano, que era un don nadie. Un hombre insignificante y solitario, un teólogo con ideas propias, que sin embargo respetaba las ajenas. Agachó la cabeza como todo el resto ante el déspota Calvino. Pero cuando ocurre el asesinato de Servet, quemado vivo en la hoguera por discrepar con el tirano en ciertas tesis teológicas, Castellio supera su propio miedo y se yergue en defensor de los derechos humanos, arriesgando su propia vida. Solitario esgrime su pluma como espada y se enfrenta al poder, solo contra el mundo, cuál “mosquito frente a un elefante” y sin buscarlo será el héroe de los oprimidos, de los que no tienen voz, de los intelectuales que siguen callados por el miedo. Y como es un don nadie, nadie lo protegerá. Tampoco tendrá público reconocimiento, hasta años después de su muerte cuando se difunden sus escritos. Y cuatro siglos después Zweig lo rescata en su grandeza para presentarlo ante nosotros y en mi caso conocerlo, para saber de su vida y de su lucha. “Tolerancia frente a intolerancia, libertad frente a tutela, humanismo frente a fanatismo, individualismo frente a mecanización, conciencia frente a violencia” La historia que es presente, de un espíritu libre frente a la sed de poder absoluto. Castellio frente a Calvino. “Matar a un hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre” Con esta frase, Zweig señala que Sebastian Castellio condenó para siempre cualquier persecución ideológica. Sea del tipo que sea. Y lo dijo en el siglo XVI, cuando campeaba la intolerancia y el fanatismo, que llevaba a mucha gente a la tortura y a la hoguera. Fiel a su estilo, en esta obra don Stefan nos presenta a los protagonistas de este drama, los caracteriza con su precisión de neurocirujano, nos sumerge en la Historia, y nos enriquece con sus reflexiones, con su apología de la independencia y la tolerancia, buscando siempre desde su prosa llena de preciosismo, llenar nuestro espíritu y nuestra fe con el mensaje principal: ayudar a construir desde la literatura una mejor humanidad. Stefan Zweig nos invita a pensar. A recoger el mensaje que nos deja desde esta gran pieza literaria. Sobre los riesgos de olvidar las lecciones de la historia, entre ellas que nunca un derecho se ha ganado para siempre. Que por ejemplo, el peligro está en considerar la libertad como el aire, como algo habitual siempre disponible y olvidarnos que los tiranos y caudillos siempre están al acecho o se hacen con la oportunidad. Quienes vivimos la experiencia de sufrir una dictadura lo sabemos.


Hoy me apetece hablaros de un libro para pensar, saborear y reflexionar. Un precioso canto a la tolerancia y la libertad de expresión, un canto al libre pensamiento, que surge como una voz fuerte y clara frente a la sin razón, la opresión y el totalitarismo. Zweig nos narra como, Calvino el perseguido por su doctrina se vuelve perseguidor. El hereje termina siendo un brazo aun más férreo e inhumano que la Iglesia católica que lo persigue. Su barbarie culmina con la quema hasta la muerte de Miguel Servet por el mero hecho de pensar distinto a él. Y este asesinato es el punto de inflexión que hace que Castellio alce su voz ante esta injusticia. Defendiendo el libre pensamiento, diciendo que nadie puede ser perseguido por pensar distinto a otro. Y esto y no compartiendo la doctrina defendida por Servet le costará la persecución y le llevara a la muerte. Sin embargo Zweig viene a contarnos que aunque sellen nuestros labios la libertad de conciencia reside en nuestro interior y termina por volver a aflorar. Un libro maravillosamente escrito y con un tema más actual que nunca pese a los años que han pasado desde que Zweig lo escribió.


Me resultó muy interesante la historia de Calvino, y particulares sus enfrentamientos con Servet y Castellio. Y todo lo que ambos han significado para la historia del capitalismo y la libertad. Siempre excelentemente relatadas por Zweig.


Tiempo de la Reforma Protestante. Un francés - a sus 24 años en 1533 - huye y se instala en Ginebra, Juan Calvino. Este antiguo compañero de estudio de San Ignacio de Loyola y de Erasmo de Rotterdam en el Colegio de Montaigu ( París), será el adalid de la intolerancia, el fanatismo y la censura. Vestido siempre de negro encarnaba toda represión de vida, sensualidad, afecto y sensibilidad. ( Dice Zweig: "El asceta es el tipo más peligroso de déspota"). Este individuo totalitario convierte con el tiempo a Ginebra en una teocracia donde llega a instalar una especie de "Gestapo eclesiástica". Miguel Servet ( español, conocido por su contribución al descubrimiento de la circulación sanguínea y pulmonar) con posturas más radicales que Calvino, es llevado por éste - alter ego de Torquemada - a la hoguera a sus 44 años. Balzac llegará a afirmar que el terror religioso de Calvino estremeció más que la orgía de sangre de la Revolución Francesa. La sociedad queda tan estéril por obra de este "castrador del impulso artístico" que por 2 siglos no surgirá ni pintor, ni músico ni artista famoso. Sólo con el tiempo nacerá en Ginebra en 1712 Juan Jacobo Rousseau, el polo opuesto espiritual de Calvino. Paradojas de la historia: Voltaire a sus 60 años en 1754 encontrará refugio en Ginebra !! Sebastián Castalión, un hombre sabio, admirado por Montaigne y por Melanchton ( el "abuelo" de la reforma Protestante) será desde su soledad el que se oponga con escritos "insuperables" sobre la TOLERANCIA ( adelantándose en siglos a Locke y Hume) a la maquinaria religioso-estatal de represión de Calvino. Castalión, docente en la Universidad de Basilea, un humanista de enorme talla, muere a los 48 años en 1563: 9 años antes que la famosa matanza de San Bartolomé, el climax de la intolerancia religiosa. Sin Calvino y su influjo, no hubiera escrito Max Weber su reconocido libro La ética protestante y el espíritu del capitalismo, en 1905. Holanda, 50 años después de la muerte de Castalión, en 1613, hará resurgir al autor de "los escritos más sublimes que jamás hayan sido compuestos contra la tentativa de esclavizar a la palabra por medio de la ley", a decir de Zweig. Es un hecho que Descartes y Spinoza abrevaron en el oasis de humanismo de Castalión. El triunfo - a la larga - de "Un mosquito contra un elefante", frase de Castalión en su escrito contra Calvino.


Durante la primera mitad del siglo XVI Europa se encuentra dividida. El movimiento por la reforma de la Iglesia dirigido por Martín Lutero se ha extendido. Cada vez aparecen en más ciudades predicadores reformistas. A Ginebra, acompañando a Farel, llega Juan Calvino. En esta obra, Zweig nos muestra la subida al poder de Calvino y su conversión en un lider teocrático. Servet, también protestante, es acusado de herejía por Calvino y condenado a la hoguera. Tras este asesinato, aparece la figura de Castellio que se opone a la ejecución. Castellio aparece como un defensor de la libertad de conciencia, de la libertad de pensar. Castellio señala que un movimiento (el reformador) que comenzó como una resistencia frente a la ortodoxia de la Iglesia ha acabado copiando sus métodos represivos (la hoguera). Nos encontramos con un reivindicación de la libertad de conciencia y de la tolerancia, dos valores imprescindibles para poder vivir juntos. Un libro muy necesario para el presente. ¡Buena lectura!


En 1553 Miguel Servet publicó su obra Christianismi Restitutio. Servet ya había mantenido años antes un intercambio de cartas con Calvino, en las que Servet le instaba a que rechazase el dogma de la Santísima Trinidad. Calvino suspendió ese intercambio epistolar considerando las ideas de Servet como heréticas, y cuando más tarde se publicó Christianismi Restitutio, Calvino hizo llegar a la Inquisición francesa, a través de su ayudante De Trye, algunas de las cartas que le había remitido el español. Ése mismo año fue detenido por la Inquisición de Lyon, siendo interrogado y encarcelado en Vienne; el 7 de abril logró evadirse y partió en dirección a Italia. Durante su camino, hizo escala en Ginebra, donde el 13 de agosto fue reconocido en la iglesia donde predicaba Calvino y fue detenido y juzgado por herejía. Calvino instigó al juicio en contra de Miguel Servet, y apoyó la sentencia de que fuera quemado junto con sus libros en la hoguera, pese a que esta práctica era repudiada por la mayoría de las congregaciones protestantes. De este modo Miguel Servet fue condenado y sentenciado a morir en la hoguera el 26 de octubre de 1553, pena ejecutada al día siguiente en la plaza de Champel, siendo la primera ejecución por herejía de la Iglesia Reformada. Aunque Miguel Servet fue el principal precursor espiritual del unitarismo moderno, Sebastián Castellion al defender el derecho de Servet y de cualquier persona que pensara diferente a él mismo, a disentir, fue el primer pensador moderno de la Reforma protestante. En cuanto a la Filosofía, fue precursor de los grandes racionalistas clásicos, como fueron Spinoza y Descartes. En el siglo XX ha destacado la recuperación de Stefan Zweig. El escritor vienés publicó en 1936 en alemán el libro Castellio contra Calvino en rendido homenaje al que fuera, junto con Erasmo, uno de los primeros pensadores en hacer de la tolerancia el principio rector de su obra y su vida y en crítica amarga y abierta contra el nazismo y su brutalidad. En la introducción al libro Zweig escribió: "Desde el punto de vista del espíritu, las palabras 'victoria' y 'derrota' adquieren un significado distinto. Y por eso es necesario recordar una y otra vez al mundo, un mundo que sólo ve los monumentos de los vencedores, que quienes construyen sus dominios sobre las tumbas y las existencias destrozadas de millones de seres no son los verdaderos héroes, sino aquellos otros que sin recurrir a la fuerza sucumbieron frente al poder, como Castellion frente a Calvino en su lucha por la libertad de conciencia y por el definitivo advenimiento de la humanidad a la tierra".


Aunque sugestivo, sin embargo, tiene sus destellos de firme filosofía acerca de la conciencia frente a lo fanático. Uno de los mejores ensayos que he leído de Stefan Zweig, agregándole la excelente edición por el Acantilado.


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