De poco serviría la progresiva caída de las barreras que separaban a los pueblos europeos, tras las dos guerras mundiales y la llamada 'guerra fría', si no se intentase investigar los lazos (o los rechazos) profundos que, en el orden del pensamiento y de los grandes presupuestos sobre el sentido del individuo, de la nación y de la humanidad, o sea, en el orden filosófico, han mantenido unido -discordia concors- al Viejo Continente.