BILLAR A LAS NUEVE Y MEDIA

Ambientada en Alemania, en un 6 de septiembre de 1958, tres generaciones de arquitectos reviven los recuerdos vividos en la segunda guerra mundial. Heinrich, el mayor de todos, celebra ese día su cumpleaños, de los tres a pasado por dos guerras. Llegado del campo a la ciudad, planea el juego de hacerse el importante , siguiendo una rutina para ser reconocido, que involucra el estar en determinado horario en un café en las mañanas. Por capricho del mismo, gana un concurso para construir la abadía de Sankt Anton, que le traerá reconocimiento y fama. Robert, el hijo, al contrario del padre, se encarga de destruir los edificios elevados por el padre; debido a abusos de los profesores y compañeros abandona la ciudad, sin saber que dejó embarazada a una mujer. Joseph, el nieto, es el encargado de reconstruir la abadía de Sankt Anton, a diferencia de su padre y abuelo, este se ve menos afectado por la guerra, contemplando las acciones que sus predecesores hicieron pero siguiendo con la misma indiferencia de sus antecesores Al igual que en Opiniones de un payaso, la trama transcurre en un solo día, entrando un constante ir y venir de recuerdos de los personajes, desde la contemplación de una ventana, o la charla con un botones, hay una constante añoranza por lo vivido; debido a esto, la novela se vuelve confusa a momentos, en los saltos de tiempo que se realiza en la mente de los personajes, además de la repetición de nombres. Algo constante en en la novela, es el repudio a la guerra y la religión, los Fahmel a pesar de ser buenos arquitectos, no sienten apego ni admiración por sus construcciones en comparación de la sociedad en su alrededor, mas al contrario lamentan las perdidas de sus familiares a quienes la guerra les a arrebatado. Heinrich mostrando su impotencia por no poder hacer algo para salvar a sus hijos, quedando sólo Robert. Robert que guiado por las ideas de su madre, se venga destruyendo los edificios a los que la gente valora mas que las personas muertas. El libro menciona algunos términos como el sacramento del búfalo, que, para mejor entendimiento bastaría cambiar la frase por nazismo.