Entre las siete tragedias de <;strong:GT;Sófocles lt;/strong:gt;(c. 496 - 406 a. C.) que se han conservado completas, lt;em:gt;Áyax lt;/em:gt;es una tragedia de tema homérico que por su sencilla estructura se aproxima aún al estilo esquiliano. El héroe, desmesurado en su demencia, aparece en pugna con los principios morales y es víctima del pundonor y la pasión. La obra de Sófocles se ha convertido con el curso del tiempo en el paradigma de la tragedia griega, y sobre ella descansa en gran medida nuestra comprensión de este género y de sus implicaciones filosóficas y religiosas. Menos poético que lt;strong:gt;Esquilolt;/strong:gt;, Sófocles emplea un estilo más claro y más llano, con elegante ornamentación y dignísima mesura, y en el diálogo despliega una animada vivacidad. Estos valores hicieron que los griegos vieron en Sófocles la realización de su ideal literario y que reputaran como modélicas sus tragedias.lt;br /:gt;«Esta tragedia, tanto por su forma como por su sentido, es muy extraña en el teatro ático: lt;em:gt;Áyax lt;/em:gt;es la única tragedia de este tipo que ha llegado hasta nosotros. Además, se distingue de otras tragedias sofocleas por la aparición inicial de un dios visible que señala a la víctima de su ira». lt;strong:gt;KARL REINHARDTlt;/strong:gt;, lt;strong:gt;Sófocleslt;/strong:gt;
Ayax, un héroe griego que llevado por la ira comete el más grave de las ofensas, pero lo hace así mismo. Vemos, como en las obras de Homero, la gran influencia de los dioses en todo, influencia por la que percibimos que los mortales son sólo títeres. Sofocles es muy claro en su estilo, sencillo y entendible. Transmite con eficacia el sentir y pensamiento de los personajes. La estructura del relato es a modo de teatro, a través de bien logrados diálogos. Con estas tertulias se va tejiendo una trama trágica que aún perdura.
El tiempo largo y sin medida saca a la luz todo lo que era invisible, así como oculta lo que estaba claro.
Y el círculo sombrío de la noche se aparta ante el día de blancos corceles para que brille su luz
Yo se lo impedí infundiéndole en sus ojos falsas creencias, de una alegría fatal, y le dirigí contra los rebaños y el botín que, mezclado y sin repartir, guardan los boyeros. Cayendo allí, causó la muerte a hachazos de muchos animales cornudos rompiendo espinazos a su alrededor
Vergonzoso es que llegue a larga vida el hombre que no se esfuerza en salir de la desgracia.
Ciertamente que los mortales pueden saber muchas cosas en viéndolas, pero antes de verlas, ningún adivino del porvenir es capaz de saber lo que ocurrirá.
Justo es que el hombre agradezca el buen trato que haya recibido, porque el agradecimiento es siempre el que engendra agradecimiento. Quien se olvida del bien que se le haya hecho no es posible que sea nunca un hombre bien nacido.