AQUILES O EL GUERRILLERO Y EL ASESINO

En esta novela póstuma, Fuentes narra la vida, pasión y muerte del guerrillero colombiano del M-19 Carlos Pizarro Leongómez que fue asesinado en pleno vuelo de un Boeing 727 por un sicario el 26 de abril de 1990, siendo candidato presidencial por la Alianza Democrática M-19. Paralelamente, Fuentes hace una vivisección a la enorme y asoladora violencia que azota Colombia desde los días del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948 y la arrolladora ola de homicidios que costaron la vida de al menos 200 mil colombianos. El autor nos cuenta sobre sus grandes amigos colombianos instalados en México como Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis y el enorme respeto y cariño que les tuvo. Fuentes se integra a la ficción y narra milimétricamente, y con la sangre salpicada en sus ropas, el espantoso asesinato en pleno vuelo de Carlos Pizarro. Julio Ortega fue quién compendió la versión final de esta novela basada en muchos borradores redactados por Fuentes a lo largo de más de veinte años: "En el archivo de Aquiles (que he manejado para esta edición gracias a Silvia Lemus de Fuentes), en una página fechada en 2003, Fuentes advierte que estas tres novelas son crónicas porque «(me) limito al testimonio de sucesos contemporáneos que me han tocado de cerca». Tienen, por ello, añade, «algo de confesión, algo de periodismo». La primera está dedicada a las «ilusiones y desilusiones de los 60s». La segunda, a un estudiante de Chiloé que sufrió «tortura y muerte» cuando el golpe de Pinochet. Y la tercera está dedicada a «mi relación con Colombia», y parte de «un dramático episodio violento», la historia de Carlos Pizarro Leongómez (1951-1990), jefe guerrillero del M-19, quien abandonó las armas, se propuso como candidato a la presidencia de la república y fue asesinado por un joven sicario a bordo de un vuelo de Avianca el 26 de abril de 1990. La Crónica, adelanta Fuentes en su esquema, se propone: «—privilegiar el elemento temporal de la novela »—aspirar a derrotar el carácter sucesivo de la narración »—darle el privilegio simultáneo de la percepción»." Novela profundamente dramática por momentos, retrata una América Latina apocalíptica que continúa llena de estados fallidos, que no logra la paz y que se hunde en espirales sangrientos que no parecen tener fin. Aquí Colombia está representada como el paradigma de la violencia sin freno ni control, al igual que el México, siempre narrado por Fuentes, y que son el vivo retrato del fracaso existencial de un subcontinente que nunca se miró a sí mismo de manera compasiva, democrática y con el afán de búsqueda de justicia y un mínimo de tolerancia, hermandad y respeto. Por ser un escrito póstumo y terminado por mano extraña, se nota que el tono narrativo no es 100% fuentesniano, sin embargo, vale la pena la novela por lo dramático y desolador que tiene y queda como un reportaje sobre la más absoluta, ignominiosa y absurda violencia que si bien es cierto ocurre en Colombia se amplía a todo el subcontinente.