Sinopsis de ANACONDA

Horacio Silvestre Quiroga Forteza (Salto, 31 de diciembre de 1878-Buenos Aires, 19 de febrero de 1937). Uruguay. Era hijo del vicecónsul argentino en Salto quien descendía del caudillo riojano Facundo Quiroga. Desde pequeño vivió acontecimientos trágicos: a los tres meses de edad, su padre murió de un disparo accidental de su propia escopeta en su presencia. En 1891 su madre se volvió a casar -esta vez con Ascencio Barcos-, y Quiroga estableció profundos vínculos afectivos con éste. Sin embargo, tras cinco años de matrimonio, Barcos, que sufría una parálisis provocada por un derrame cerebral, se suicidó. Más tarde Quiroga terminó en Montevideo la enseñanza secundaria. Adquirió formación técnica, en el Instituto Politécnico de Montevideo, y general en el Colegio Nacional. En 1898 se enamoró de María Esther Jurkovski, que inspiraría dos obras suyas: Las sacrificadas y Una estación de amor. Por esos tiempos Quiroga comenzó a colaborar en el semanario Gil Blas y estableció amistad con el escritor argentino Leopoldo Lugones, que fue una de sus principales influencias. Hacia 1900 Quiroga se fue a París tras recibir la herencia de su padre. Al volver, fundó a sus amigos Federico Ferrando, Alberto Brignole, Julio Jaureche, Fernández Saldaña, José Hasda y Asdrúbal Delgado, el "Consistorio del Gay Saber", un laboratorio literario donde se ensayaron nuevas formas de expresión. Tras la aparición de su primer libro (Los arrecifes de coral) murieron dos de sus hermanos víctimas del tifus. Ese mismo año su amigo Federico Ferrando, que había recibido fuertes críticas del periodista Germán Papini, decidió retar a duelo a aquél. Quiroga se ofreció para preparar el revólver que iba a ser utilizado en el duelo y mientras revisaba el arma se le escapó un disparo que mató a Federico. Abatido, Quiroga cruzó el Río de la Plata en 1902 y fue a vivir con María, otra de sus hermanas. En 1903, acompañó como fotógrafo a Lugones en una expedición para investigar unas ruinas de las misiones jesuíticas. La visión de la jungla marcaría su vida, seis meses después compró unos campos de algodón en el Chaco. El proyecto fracasó. Y, sin embargo, en 1906 decidió volver otra vez a la selva y comprar otra finca.

1 reseñas sobre el libro ANACONDA

Este relato de un escritor relativamente poco conocido,me ha parecido una joya


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