Ana deja atrás el Redmond College para comenzar con un nuevo empleo y un nuevo capítulo de su vida lejos de su amada Tejas Verdes. Mientras Gilbert estudia medicina, ella trabajará como directora de un colegio en Summerside, donde se enfrentará con un nuevo reto, los Pringle, «la Familia Real» de la ciudad, que muy pronto le harán ver que ella no es la persona que esperaban como directora de la escuela. Durante su estancia se hospedará en Álamos Ventosos junto con dos ancianas viudas, la tía Kate y Chatty, el ama de llaves Rebecca Dew, y su gato, Dusty Miller. Ana deberá aprender a relacionarse con los excéntricos habitantes del pueblo para ganarse su simpatía y encontrar nuevos amigos. Tras muchas peripecias, entre ellas varias bodas, Ana regresará a Avonlea para preparar su propio casamiento con su amado Gilbert. Ana la de Álamos Ventosos, cuarto volumen de la colección de Ana Shirley, continúa, esta vez en una recreación del género epistolar, la narración de las aventuras de Ana, el extraordinario y tierno personaje creado por Lucy Maud Montgomery, en un retrato de juventud tan cálido y apasionado como ingenioso y divertido. Por sus valores sinceros y su búsqueda de la armonía, la obra de L. M. Montgomery ha alcanzado la estatura de un clásico de la literatura juvenil.
En esta entrega pudimos ver a Ana dentro de su faceta como maestra, y aunque tuvo algunas diferencias al principio con algunas personas logró llevar todo sobre calma con el paso de las semanas. Me gustó mucho el casamiento de Ana y Gilbert, bien bonito todo.
Es el cuarto tomo de esta serie, en la cuál la historia se centra en Alomos Ventosos, un pueblito en donde Ana tendrá aventuras, superando obstáculos de manera más fluida y dejándonos escenarios divertidos, melancólicos que en un par de veces sacarán lágrimas, en otros risas, al principio Ana tiene la difultad de no poder adaptarse, ya que hay cierta familia que se niega a relacionarse con ella, pero gracias a su persolidad termina ganandoselos, y creando amistad con su compañera de trabajo, una niña angelical que es su vecina, sus hospedadoras, y demas personajes que a lo largo de los capítulos se van presentando.
Nadie nunca es demasiado grande para soñar. Y los sueños nunca envejecen.
Detesto prestar un libro que amo (nunca me parece igual cuando me lo devuelven).
“Nadie es nunca demasiado viejo para soñar. Y los sueños nunca envejecen”
La vida me debe algo más que lo que me ha pagado, y me lo voy a cobrar.
Y no importa lo pobre que se es, siempre y cuando se tenga alguien a quien amar.