Alina pasa sus vacaciones en Nogales, un pueblo semiabandonado de la Sierra de la Demanda, acompañada de los personajes habituales de sus aventuras anteriores: sus padres, su abuelita, su perro y su gata. En el pueblo, medio en ruinas, va a conocer a una serie de amigos inesperados con los que vivirá experiencias insólitas para una niña de ciudad. El viejo tío Cosme, el pastor Félix y el burro Rasputín serán, entre otros, los encargados de que Alina descubra modos de vida ya olvidados. El libro, con humor excelente, utiliza un léxico rico en términos y expresiones rurales en peligro de extinción. Un estilo cuidado, realista y sin ñoñez, preside todo el cuento.