Memorias de un padre primerizo.
“Hoy, 12 de octubre, se recuerda el desembarco de Colón en América. Julieta ha sonreído por primera vez. He descubierto un continente”, escribe Cisneros en este diario de paternidad, como el autor refiere a esta obra de diez capítulos que transitan desde su soltería de treintañero, el noviazgo con la que será la madre de su hija, el casamiento, la vida de un “exiliado” peruano en Madrid y las crisis de la pre y la pospaternidad.Cisneros logra pintar un retrato de su vida profesional y personal - es un periodista famoso en Perú, que también ha logrado reconocimiento en la literatura, y que demoró más que sus amigos en formar una familia, según sus palabras- para luego introducir un repertorio de preguntas y planteos existenciales. La alegría que le ocasiona la noticia de su futura paternidad trae consigo también crisis sobre la libertad, el tiempo que el cambio de pañales le quitará a la escritura y los llantos le robarán a la lectura tan necesaria para un escritor.Enriquece a la obra las extendidas citas que el autor hace sobre Tobías Wolff, Kafka o Ricardo Piglia, entre otros, como la sinceridad descarnada con la que expone sus miedos -al estilo de El nadador en el mar secreto de Kotzwinkle – y la brutalidad que utiliza para mostrar cómo se desmorona su matrimonio, tal como lo hizo Tolstoi en Sonata a Kreutzer.
Es un diario en todo el sentido de la palabra, sobre el inicio del romance de quien sería su esposa, sobre el anhelo y encuentro de una hija que le causa mil y un autoreflexiones durante su espera, y como la llegada de la nueva integrante de la familia, lo colma de felicidad, pero a la vez destruye su capacidad de seguir formando parte de esa familia, ¿por inmadurez, por egoísmo, por tantas y muchas características que comparten muchos artistas emocionales y poco pragmáticos? Como las novelas familiares anteriores de Renato, esta también es completamente impúdica y bien narrada.