James Sveck, el narrador de esta novela, es un adolescente inteligente y precoz, ha terminado el colegio y durante el verano trabaja en la galería de arte que su madre tiene en Manhattan y en la que casi nunca entra a nadie. Pese a haber sido admitido en la prestigiosa Universidad e Brown no está seguro de querer ir; lo que de verdad le gustaría es comprarse una casa en el campo y pasarse el día leyendo, sin ser molestado; detesta relacionarse con gente de su edad, a la que evita y con la que piensa que no tiene nada en común. La narración de James nos ofrece una sarcástica y divertida mirada sobre su confusa vida, sobre cómo su desestructurada familia y su psiquiatra tratan en vano de ayudarle, o sobre cómo intenta, torpemente, aclararse y salir de su aislamiento. Considerada por la crítica estadounidense como una de las mejores novelas que se han publicado en los últimos años sobre Nueva York,
Hay una etapa en la adolescencia por la que todos , en mayor o menor medida, hemos pasado; aquélla en la que estamos llenos de miedos e indecisión sobre qué queremos hacer, qué rumbo dar a nuestra vida. Ésta es la situación en la que se encuentra el protagonista de este libro durante sus vacaciones de verano antes de comenzar sus estudios en la universidad, cuando se plantea si eso es realmente lo qué quiere hacer. Además es un chico poco convencional, inteligente y muy crítico consigo mismo y con la sociedad. No le gusta estar con la gente , especialmente la de su misma edad, porque no se identifica ni encuentra que tenga nada en común con ellos. Tampoco le gusta mucho hablar salvo que sea para decir algo necesario o interesante. La conclusión que saco de este libro es que hay que atreverse a tener distintas experiencias aunque no siempre sean buenas porque de las malas es de las que realmente aprendes qué es lo debes hacer. Me ha parecido que está muy bien escrito, con un lenguaje sencillo, cercano, directo y con un tono sarcástico que hace que su lectura sea divertida y entretenida.
"Algún día este dolor te será útil" es un extraordinario viaje a la mente de un adolescente muy especial. Durante el verano previo a su ingreso en la Universidad de Brown, James Sveck está lleno de dudas, inseguridades y remordimientos. En sus visitas a su psicóloga, las conversaciones con su adorable abuela y su peculiar familia, nos permite descubrir su pasado y el origen de sus miedos. Aunque el protagonista pueda llegar a ser repelente, inseguro e inadaptado, es muy fácil empatizar con él y sentirnos reflejados en sus pensamientos, miedos y reflexiones. Esta es una novela lenta, pausada y sincera. Sin duda, una lectura muy interesante para el público adolescente. Me he quedado con ganas de saber más sobre el futuro de James.
De cómo se afronta el día a día sintiendo que no encajas en ningún sitio y no tienes nada claro en la vida. Reflexiones brillantes y un punto de vista diferente.
Peter Cameron es el escritor de la clase media adinerada de Nueva York. El libro desde el título destila una inteligente ironía.El verano de un joven de dieciocho años y todaslas tribulaciones de una persona inteligente, crítico e introvertido en el tránsito de la adolescencia a la edad adulta. Una novela crítica sobre el desarraigo, la vida en las grandes ciudades y la soledad.
En la vida hay cosas que no quieres hacer pero tienes que hacerlas. No siempre puedes ir a donde quieres ni hacer lo que te plazca. La vida no funciona así.
Tener malas experiencias a veces es una ayuda, te aclara más lo que deberías hacer. Sé que esto parece demasiado optimista, pero es cierto .Quiénes solo han tenido buenas experiencias no son muy interesantes .
Hay pocas cosas que odie más que cuando la gente te ve solo y reacciona como si eso constituyese un problema para ellos. Supe que la única razón por la que quería que fuese a sentarme a su mesa era que deseaba hacerle un favor a alguien. Que yo estuviera solo le molestaba.
Sabía que mi madre tenía razón, pero eso no cambiaba mi manera de ser. La gente siempre cree que demostrando tener razón puede hacerte cambiar tu manera de pensar.
Si todo el mundo tuviera que creer en la labor que desempeña en su trabajo, no se haría gran cosa en el mundo.