ALGO SUPUESTAMENTE DIVERTIDO QUE NUNCA VOLVERE A HACER

Esta semana me he ido de crucero con Foster Wallace. En esta historia Foster Wallace se embarca en un crucero de lujo y nos narra sus peripecias durante la semana que dura el viaje. Narrado con todo detalle te hace sentir como si estuvieras dentro del barco y viviendo toda clase de situaciones a cual más divertida y regadas con mucha ironía. Un relato para pasar un buen rato y que deja muy buen sabor de boca.

Esta semana me he ido de crucero con Foster Wallace. En esta historia Foster Wallace se embarca en un crucero de lujo y nos narra sus peripecias durante la semana que dura el viaje. Narrado con todo detalle te hace sentir como si estuvieras dentro del barco y viviendo toda clase de situaciones a cual más divertida y regadas con mucha ironía. Un relato para pasar un buen rato y que deja muy buen sabor de boca.

ALGO SUPUESTAMENTE DIVERTIDO QUE JAMÁS VOLVERÉ A LEER Adquirí el libro tras leer alguna referencia acerca del autor y del humor que caracterizaba la obra, ridiculizando una experiencia maravillosamente atractiva como es el viaje en un crucero de lujo. Pues bien, lo cierto es que no hay ni un ápice de ese humor desternillantemente absurdo que presuntamente pregona. El libro está dividido en 13 capítulos que no suponen un verdadero punto y aparte en el relato, lo que vuelve un poco tediosa la lectura y contribuye a la sensación de necesitar un descanso continuo - de verdad que es necesario el descanso cada pocas páginas -. El protagonista utiliza un vocabulario tan exquisito que parece forzado y roza lo pedante. No contribuye a la creación de humor, más bien lo esfuma. Una situación o unos comportamientos que pueden ser ridiculizados de forma sencilla, elocuente e ingeniosa, se vuelven contra el narrador listillo y de lo que realmente te dan ganas es de dar un tortazo al personaje para que deje el tono de pomposa superioridad en cada comentario. Ejemplo: Mi parte Infantil es insaciable: en realidad su misma esencia o Dasein consiste en su insaciabilidad apriorística. En respuesta a cualquier entorno de gratificaciones y cuidados extraordinarios, el Niño Insaciable que hay en mí simplemente ajusta sus deseos al alza hasta que nuevamente los estabiliza en su homeostasis de terrible insatisfacción. Ni esbozar sonrisa. Y este párrafo en la página 99 es una constante en el libro. Pomposo y sabiondo hasta convertirse en insoportable. El colmo del libro son las 137 notas al pie de página con las que, al estilo Woody Allen en Annie Hall, pretende darle al "stop", detener el tiempo y aclarar con una salida socarrona un momento del viaje particularmente gracioso, llamativo o susceptible de ser ridiculizado. 137 pies de página (varios de ellos abarcan más de una página entera), en 153 páginas!!! Acojonante. Solo con los pies de página se puede editar otro libro. Este efecto es molesto, entorpece la lectura y solo contribuye a acrecentar el odio hacia el protagonista de la obra, a la vez que pulveriza tu ánimo para seguir leyendo. Realmente uno tiene ganas de acabarlo; menos mal que el relato es "corto". En definitiva, con la obra, el único que se ha reído es el autor y de nosotros. Simplemente pretenciosa.

Esperaba mas del libro, tiene algo del humor socarrón que uno espera del autor, sus observaciones durante el viaje hacen ver lo absurdo que llegamos a ser como turistas, sin embargo se queda uno como que ¿eso fue todo? pero como todo en la vida si no le gustan los cruceros no vaya, nadie lo obliga, el autor puede que no lo disfrute pero otros si, por tanto lo que defraudan son las expectativas y como interpretamos lo que nos ocurre.

Un crucero de lujo por el Caribe, humor obscuro, crónica con bromas que parecen serlo pero no lo son, divagaciones llenas de luz y también de sombras, especialmente sombras, las que proyectaba David Foster Wallace, como nubes que empiezan a acumularse en un día soleado y dan paso a un cielo opaco, gris, una tormenta en ciernes; sin embargo, una risa extraña aparece nuevamente en cada párrafo, a veces a carcajadas, el eco parece confundirse con la montaña. Una vez leí al escritor español Juan José Millas responder a la pregunta de por qué escribía: "por las mismas razones que leo, porque no me encuentro bien"; eso era DFW.