La figura de Ah King, el criado chino, es tan sólo el pretexto para que el escritor nos introduzca en ese exótico ambiente constituido por las numerosas islas y enclaves coloniales situados en la llamada zona de los Estrechos y cuyo centro es Singapur. Y de su pluma bronta el relato, contrastado y realista, de unas vidas un poco perdidas y otro poco olvidadas cuyos destinos forman parte, más o menos conscientemente, de una época que ya ha entrado a formar parte de la Historia.