El juego limpio no es cosa de la CIA. Y se entiende que así sea cuando, como ocurre en esta novela trepidante, tiene que enfrentarse al poderoso narcotráfico colombiano y a la inestabilidad política de Pananá. Ante tales retos, es lógico que sus agentes pongan en práctica arriesgadas operaciones clandestinas de las que penden los hilos secretos que mueven el mundo.