ADÁN NADA

Sinopsis de ADÁN NADA

Adán Nada es la historia de un Exposito desde que es abandonado a las puertas de una inclusa madrileña hacia 1920 hasta la muerte del Dictador, Francisco Franco, en 1975. Un periplo, con ciertos tintes de picaresca y de humor negro, que abarca la preguera, la Guerra Civil y la posguerra españolas, vistas desde la óptica de un desheredado. A caballo entre el humor, el cinismo y lo sombrío de la época en que se enmarca, esta historia conduce al lector por un paisaje harto referido por sesudos historiadores y por novelistas históricos o de simple ficción, pero acérrimos partidarios de uno u otro bando contendientes en aquella Guera Civil, tal vez con la diferencia en esta obra de aportar la visión de los inocentes, los que en todas guerras son los únicos que ponen el dolor, la sangre y las víctimas, y concluyendo con el fallecimiento del Dictador en el hospital de La Paz, con quien el protagonista tuvo una tan peculiar como extraña relación por cuestiones tan absurdas e inverosímiles como suele serlo todo en la vida de un Exposito. Adán Nada es una novela tragicómica pero profunda, absurda, triste, gozosa en ocasiones y siempre investida de una riqueza literaria capaz lo mismo de enternecer al lector como de mostrarle que lo absurdo es lo único con cabida en un periodo historico irracional al que se le ha querido investir artificiosamente de matices ideológicos o de lucha de clases, cuando fue simple y llanamente el ensayo de las potencias de su época de una guerra mayor que abarcó el orbe y, en lo particular, una manifestación brutal de la más simple, sangrienta y primaria venganza de las dos Españas, los dos enemigos ancestrales que desde siempre han ansiado tanto controlar la misma sociedad como extinguir a su adversario para acaparar todo el poder. Los inocentes, simplemente nunca han contado para ellos. Una obra pura, inocente y cándida, tal cual son las características de sus personajes protagonistas: criaturas despreciadas desde la cuna, y excedentes de una sociedad que no jamás supo qué hacer con ellas, porque desde lo más remoto se alambicó y encastilló en el rencor, a imagen de aquellos escorpiones rencorosamente enamorados con cuya personificación definiera a los españoles Miguel Hernández