íVolvió Fontanarrosa! Y con él, Boogie el Aceitoso. Prófugo de la justicia desde su nacimiento, Boogie, 'el Aceitoso', se convirtió en un profesional de la violencia. Matón a sueldo, sirve con efectividad asesina al mejor postor: puede perseguir judíos, negros, homosexuales o chicanos, extorsionar a periodistas por orden de algún político, o (más humanitariamente) asistir a un suicida al que el falta coraje para matarse.
En Boogie se maneja un humor negro que podríamos calificar como inclemente, donde la violencia no tiene riendas y cuyos discursos se hiperbolizan hasta el absurdo, para luego ser desmontados a través de la crítica literaria. Es como si Fontanarrosa nos dijera al unísono: ¡la vida es violenta! esperando una respuesta dialógica de nuestra parte. A criterio de Rodolfo Braceli (1992) en su libro "Fontanarrosa, entrégate" argumenta: "Boogie encarna nuestro deleite carnicero, la religión de la impunidad, la falta de respeto por el vivir de los demás".